Esta excepcional colección de estudios ornitológicos abarca diversas aves, desde la garceta común hasta el águila real. Datada a principios del siglo XIX, la colección representa la pasión victoriana por la historia natural, que trascendió las barreras de género y clase y se manifestó en apasionantes tendencias en todo tipo de temas, desde las conchas marinas hasta los helechos.
Las aves siempre han ocupado un lugar privilegiado en la cultura humana, principalmente a través de mitos y leyendas, como la de Leda y el cisne, y las fábulas de Esopo. A partir del siglo XVII, la ornitología se volvió científica, con el abandono de las especies emblemáticas, y el siglo XVIII trajo consigo la fascinación por las especies exóticas. En Gran Bretaña, tras las guerras napoleónicas, el número de especies de aves conocidas aumentó drásticamente: la expansión colonial y las expediciones extranjeras trajeron nuevos especímenes biológicos, dibujos y aves vivas a Gran Bretaña.
Para el público británico, la publicación de libros ilustrados sobre aves a principios del siglo XIX introdujo la ornitología en el hogar. La influyente obra de William Yarrell, "Historia de las aves británicas", se publicó en 1843, con grabados al final de cada artículo, y la suntuosa obra del ornitólogo estadounidense John James Audubon, "Aves de América" (1827-1838), fue el libro ilustrado de aves más grande y hermoso jamás publicado. Otro artista que contribuyó a este campo fue Edward Lear, cuya primera profesión fue la de dibujante ornitológico, contribuyendo con dibujos a la inmensamente popular obra de John Gould, "Aves de Europa" (1832-1837). La insistencia de Lear en dibujar directamente del natural siempre que fuera posible, en lugar de a partir de especímenes disecados, se vio impulsada por los nuevos jardines zoológicos que se inauguraron en Regents Park en 1829.
Las imágenes demuestran una gran precisión en la pintura, pues la habilidad del artista ornitólogo reside en transmitir las características que distinguen a las especies. Quizás lo más característico de la época victoriana sea su dependencia de la observación y la particularidad: captura el afán victoriano de coleccionar, observar y catalogar, y de observar a simple vista, con lupa y microscopio.